Sentí como la lluvia me empapaba y no pude dejar de sonreir.
El agua recorrió mi anatomía,
envolviendo mis poros en dulces caricias heladas.
Las nubes lloraron piedras, el viento gimió palabras mudas.
Sentí que podía volar y las horas se me volvieron minutos.
Sentí la tierra bajo mis pies y el oxígeno se
coló como quien no quiere las cosa en mis pulmones.
Me pesaban los huesos, si, pero no me importó.
Y es que mi piel de golpe ya no era como una carcel.
Lentamente, mi corazón comenzó a latir.
Las neuronas defectuosas enviaron sus impulsos electricos.
Sentí mi cuerpo como nunca antes lo había sentido. Y me gustó.
De golpe me gustaron las mañanas, los domingos,
el café, las noches oscuras.
Me gustó estar viva, no se.
Me gustó poder volver a empezar.
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